Por Emiliano López Esquinca
En el marco del 3er Festival Mexicano de Serpientes, celebrado el pasado 28 de julio de 2024, en el Pabellón Nacional de la Biodiversidad en el Instituto de Biología de la UNAM, dos jóvenes fotógrafos chiapanecos destacaron al obtener el 1er y 3er lugar en el Concurso de Fotografía de Serpientes Mexicanas. Este evento reunió a fotógrafos profesionales y amateur de todo el país, especializados en capturar la belleza y singularidad de las serpientes mexicanas, evaluados bajo criterios de mérito artístico, originalidad, técnica, y la dificultad inherente de cada especie.
Jorge Figueroa ganó el 1.er lugar con una impresionante fotografía de una Serpiente Bejuquilla, (Oxybelis fulgidus), capturada en su hábitat natural: las selvas bajas caducifolias del Estado de Chiapas. La dificultad de fotografiar esta especie, que es verde, tiene hábitos arborícolas, y se encuentra en las partes altas de los árboles y ramas, especialmente de noche, hace que la fotografía sea todo un desafío. Jorge Figueroa utilizó un lente angular macro y un par de flashes para destacar los detalles de la serpiente.
Jesús Pérez obtuvo el 3.er lugar con una fotografía de una Nauyaca Saltadora, (Metlapilcoatlus occiduus), tomada durante monitoreos de fauna en la Sierra Madre de Chiapas. La serpiente se había refugiado en un bosque después de intensas lluvias y se mantuvo tranquila mientras Jesús Pérez la fotografió con un flash, un octabox, un trípode, un disparador remoto y un lente gran angular. La combinación de luz y neblina que entraba por las oquedadesde los árboles contribuyó a la belleza de la imagen. La Nauyaca Saltadora, una serpiente de importancia médica que puede alcanzar los 77 cm de largo, habita en la Sierra Madre de Chiapas, selvas perenifolias altas y medianas, así como bosques mesófilos a altitudes mayores a los 1000 m.s.n.m
Sobre su reconocimiento en el Concurso de Fotografía de Serpientes Mexicanas, Jorge Figueroa comentó:
“Las serpientes siempre me han llamado la atención, pasando del miedo que les tenía cuando era niño (por estas ideas erróneas que nos inculcan desde muy pequeños) a la fascinación total ahora de adulto. Me maravillan sus colores, las texturas de sus escamas, sus hábitos de vida, lo bien que se han adaptado a sus nichos a lo largo de la historia evolutiva. Ésta, como todas las fotografías, son un tributo a esa magia que nos muestra la naturaleza a todas horas, en todas partes. Qué afortunado que lo que hacemos con el corazón llegue a muchas partes, más de las que algún día hubiese imaginado”.
